Los santafesinos que nacimos a finales de la década del 1980 en
Hoy como mucho, los que viven cerca de las vías que quedaron activas saben que por la ciudad pasa un tren carguero, balanceándose y bien lento sobre vías en precario estado, pero ellos creen que va lento “porque el tren es lento”…
Falsas ideas del tren a partir de información lejana y parcial.
Esta tendencia a la ignorancia de cosas que nos convendría saber son -sino la raíz- por lo menos grandes impedimentos para solucionar serios problemas que tiene la ciudad y la región, como ser la desocupación, la pobreza o la exclusión social.
Al mismo tiempo, no creo que mi generación sea la culpable de generarse estas ideas, sino que este fenómeno deviene de una falta de transmisión cultural, una verdadera pérdida del patrimonio histórico alimentada por la desinformación o por la demasiada importación cultural. Las generaciones próximas anteriores no empeñaron esfuerzo en reestablecer el ferrocarril, pero aún más importante, la conciencia y la cultura que significa valorarlo como fuente de comunicación y trabajo.
Más nostalgia que esperanza.
Nadie puede negar que muchos de nuestros abuelos y bisabuelos trabajaron e hicieron su prosperidad trabajando en el ferrocarril o en el puerto; y junto con su prosperidad hicieron progresar y crecer la ciudad que hoy tenemos, gracias a su trabajo, a esas vías que hoy vemos descuidadas, y a ese puerto que hoy curiosamente, lo único que le queda de puerto es una mínima parte de zona aduanera. Hoy tenemos dos estaciones de ferrocarril inactivas y todos los servicios de pasajeros que nos conectaban con el interior de nuestra provincia (y el de todo el centro norte del país), también inactivos. Lo preocupante ante esto es casi nadie piensa en esas vías como potenciales factores de desarrollo; la mayoría lo ve como algo abandonado eternamente, y como mucho se las usa como excusa para un relato nostálgico. Algunos plantean transformar las estaciones, ¡venderlas con tal de ver más lindos sus edificios! Y no hablo de autoridades, sino de jóvenes que –quizás en su desinformación, creen que sería mejor- apoyan la construcción de cualquier boliche o shopping, sea como sea, en un predio que ahora es suyo y donde tendría que haber un tren que es nuestro, y que por no reclamarlo como se debe seguimos sin tenerlo. Un predio que con trenes podría darle trabajo a estos jóvenes, a sus hijos y a sus nietos. Lo mismo en el predio de Santa Fe Cambios, y en menor medida la Estación Ferrocarril Mitre, que en los últimos años tuvo en ínfimo regreso del tren de pasajeros, suspendido en apenas tres años. Con respecto al predio Santa Fe Cambios, es un lugar que muchos jóvenes y hasta algunos adultos treintagenarios no están enterados de que fue un importante taller ferroviario dentro de la red argentina, y por eso son pocos los que se alertan o preocupan al enterarse del proyecto de refuncionalización de este predio, en vez de -a la par de la reactivación ferroviaria- recuperar ese edificio para la reparación de maquinaria, cosa que aportaría una gran solución al problema del desempleo y colaboraría con un gran avance en inserción laboral y educación técnica de jóvenes que hoy buscan un empleo.
La ausencia del ferrocarril refleja más que eso.
Este largo período de inactividad ferroviaria se sostiene en una población desinformada, o sólo despreocupada por el bien común. A la vez, la falta de trenes que una vez fundaron pueblos, hoy los dejan aislados frente a vías vacías y dependientes de otros medios de transporte mucho menos prácticos y rentables para ellos. La falta de trabajo y la dependencia de tecnologías e industrias extranjeras crecieron junto con la ausencia del ferrocarril, del cual hoy en Santa Fe se podría estar hablando.
Sin embargo la desinformación en esta materia llega a puntos tales en los que los jóvenes están convencidos de que el centro comercial llamado Estación Recoleta, fue en algún tiempo una estación ferroviaria, siendo en realidad que su nombre es en honor o en burla a que fue instalado sobre las antiguas vías del ferrocarril que unían Las Colonias con el Puerto de Santa Fe. El joven santafesino escucha ese nombre de fantasía como realidad, al mismo tiempo que numerosos medios de comunicación lo informan insistentemente acerca de “ex-estaciones”, de “ex-talleres” o de “ex–ferrocarriles”. Es realmente una incipiente tanda de palabras que atentan ideológicamente contra la reactivación ferroviaria, e invitan inconcientemente a abandonar la idea de que el ferrocarril puede volver. Por eso creo que deberíamos cambiar la actitud, y empezar a hacer de la esperanza una realidad; esforzarnos entre todos y luchar más que nunca para recuperar nuestros trenes, y con él, nuestro boleto a la prosperidad.
El que no sabe es como el que no ve. Por eso tenemos que mostrarle a Santa Fe de la Vera Cruz la posibilidad y el beneficio que trae el tren, y que es posible conseguirlo.
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Por Ismael Mahfoud.
Publicación original en el blog de trenazul.
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